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Tal y como hemos comentado con anterioridad, la implantación de OKR debe realizarse al ritmo que resulte cómodo para la empresa y las personas que forman parte de ella. Intentar imponer los OKR no suele ser una buena opción.
Si vas a utilizar una implantación gradual, lo ideal es incorporar OKR en departamentos acostumbrados a trabajar por objetivos (cómo ventas o logística), para luego ir acercándolo al resto de la empresa.
En equipos con flujos de trabajo ágiles o muy dinámicos (producción, logística, etc.) es recomendable trabajar con OKR semanales o quincenales para asegurar que no se pierde el foco y aumentar la productividad.
Las personas/equipos que se rigen por periodos fijos (contabilidad, recursos humanos, etc.) deberían ajustar el OKR a sus periodos. Si hemos establecido un OKR para que los gastos y dietas se paguen quincenalmente, deberíamos establecer OKR quincenales. Si la liquidación de impuestos es trimestral no tendría sentido poner OKR semanales, quincenales o mensuales para ese caso.
Una misma persona/equipo puede tener OKR a corto, medio y largo plazo combinados.
Si la duración de un OKR es a la frecuencia con la que deberíamos controlar el cumplimiento del OKR, la frecuencia con la que deberíamos establecer nuevos objetivos.
La cadencia más común son los trimestres por motivos obvios: la mayoría de empresas opera mediante trimestres fiscales. Establecer una cadencia inferior al trimestre puede hacer que sea complicado obtener objetivos muy ambiciosos y que requieran cierto recorrido. Además periodos cortos generan inseguridad y estrés en el equipo.
En equipos/empresas de alto crecimiento (o de menor tamaño) se podrían valorar cadencias mensuales aunque generalmente no es lo más recomendable.
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