¿Alguna vez has intentado perder peso, aprender un nuevo idioma o dedicar más horas a tu familia?
Cada año, en enero con el año nuevo o en septiembre con la vuelta al cole, nos armamos de ganas y nos marcamos un sinfín de objetivos. Algunos más ambiciosos y otros más sencillos.
Pero casi todos esos objetivos tienen algo en común… terminarán siendo un nuevo fracaso en nuestra lista de objetivos no cumplidos.
Marcarse objetivos es fácil, lograrlos… no tanto.
Cuando nos marcamos un objetivo nos puede la ilusión, nos gusta ser ambiciosos. Pensamos en nuestras capacidades máximas y las proyectamos en el tiempo.
Si en un minuto soy capaz de leer 300 palabras, en una hora podré leer 18.000.
Infravaloramos los obstaculos que nos podrían impedir conseguirlo y somos optimistas en nuestra capacidad para superar dichos obstáculos.
¿Cómo no voy a lograr mis objetivos? Si son SMART.
Seguro que has oído hablar alguna vez de los objetivos SMART.
Cuenta una leyenda entre los consultores, coach y gurús de medio pelo que, si tus objetivos son específicos, medibles, alcanzables, relevantes y acotados en el tiempo, no existirá fuerza en el universo que te impida lograrlos.
Pero tu y yo sabemos que no es así, ¿verdad?
La realidad es que muchos objetivos SMART se quedan cada año en el lado oscuro de la calle del éxito. Miles de millones de personas hipermotivadas acaban con su corazón roto por no haber logrado los objetivos que se habían marcado.
Divide y vencerás
Los más avezados en temas de productividad, te dirán que el éxito de un objetivo consiste en marcarse hitos o metas intermedias.
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Medir la evolución cada cierto tiempo y comprobar los progresos hará que mantengas tu motivación. Además, podrás ir haciendo pequeñas mejoras y corrigiendo las desviaciones.
Esta técnica funciona mientras todo va bien. Pero ¿qué pasa cuando empiezan a llegar los obstáculos y los incumplimientos? Pues que llega la frustración. Nos fustigamos y perdemos gran parte de nuestra voluntad y motivación. Sentimos que hemos fracasado y eso nos lastra en el resto del camino a partir de ese momento.
El truco es marcarse fechas límite
Sin duda, las fechas límite son el mayor látigo que existe. Muchos te lo venderán como un punto de referencia que te aportará un poco de tensión que servirá de estímulo.
Además, serán momentos de reflexión y recompensa porque cuando llegues a la fecha límite, podrás reflexionar sobre lo que has logrado y felicitarte por ello.
Pero ¿qué pasa si llega la fecha límite y no has logrado alcanzar la meta que te habías propuesto? ¿Cuál será tu reflexión?
Somos lo que hacemos repetidamente
Pobre Aristóteles. Si le hubieran dado una moneda cada vez que alguien hubiera mencionado su frase… su colega Arquímedes no podría levantarlo ni con un punto de apoyo.
Efectivamente no existe mejor forma de lograr un objetivo que fundamentándolo en rutinas. Cuántas más mejor ya que cada rutina es una palanca que soporta una pequeña parte del peso de la estrategia.
Según las matemáticas, cuantas más palancas, menor será el peso que soporte cada una de ellas y menor su responsabilidad en el resultado.
El problema es que muchos hablan de las rutinas como elementos infinitos en un océano de tiempo también infinito.
Para lograr tus objetivos debes crear nuevas rutinas, dijo el famoso gurú.
Ya, pero ¿y que hago con las rutinas que ya tengo? ¿Las abandono? Es que algunas las tengo desde niño… y les he cogido cariño.
Además, ¿te has parado a pensar el tiempo de asimilación que requiere cada nueva rutina? Si te marcas un par de objetivos nuevos cada mes, pronto empezarás a sentirte desbordado por la introducción de tanta nueva rutina.
Todas estas estrategias tienen el mismo problema
Trabajan en el futuro y no en el presente.
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Cuando te pones a diseñar una estrategia para lograr un objetivo, intentas planificar la mayor cantidad de situaciones y contextos posibles… pero luego llega la realidad y te golpea con su martillo en la cara.
Vemos cada obstáculo como un retraso o peor aun, como un fracaso por no haber cumplido nuestra programación.
Pero existe una forma distinta de lograr tus objetivos.
Dale la vuelta a tu dieta
La mayoría de las dietas empiezan restringiendo comidas.
Hay que aprovechar que al principio estás más motivado. Así estarás dispuesto a aceptar sacrificios que sin esa motivación no aceptarías. (Enésimo nutricionista que te ha puesto a dieta).
¿Recuerdas lo que te decía al principio de este artículo? La ilusión y las ganas son enemigas de cualquier estrategia.
¿Qué pasaría si diseñaras un plan basado en cambiar cada día algo muy pequeño de tu dieta? Algo casi imperceptible.
Si le echas 1 sobre de azúcar a tu café, mañana échale casi todo el sobre… pero no todo.
Al día siguiente, cambia otra pequeña cosa manteniendo la primera. Por ejemplo, si cada día bebes (conscientemente) 5 vasos de agua, a partir de ese día beberás 5 y 1/2.
El tercer día déjate un pico de la tostada. Por supuesto, manteniendo los otros cambios.
Así, cada día irás cambiando una pequeña cosa de tu rutina.
Llegará un momento en que no podrás cambiar nada más nuevo y tendrás que volver al primer elemento. En vez de echarle casi todo el sobre de azúcar al café, deja un poco más de azúcar en el sobre.
Y así, vuelta a empezar. Al día siguiente un poco más de agua. El siguiente déjate un pico de la tostada un poco más grande.
Al cabo de 1 año, y casi sin darte cuenta, estarás tomando menos azúcar, bebiendo más agua, comiendo menos pan, tomando raciones más pequeñas, andando más, haciendo algo de ejercicio cada día al levantarte, etc.
Tu cuerpo se habrá ido acostumbrando poco a poco. No habrás tenido la sensación de impacto o esfuerzo.
Qué estás haciendo hoy
La mejor estrategia para lograr un objetivo no pasa por hacer cosas nuevas sino por cambiar un poco las que ya estás haciendo.
Instaurar una nueva rutina, marcarse unas nuevas fechas límite, crear una estrategia radical o un plan muy detallado es la mejor forma de fracasar en el logro de un objetivo.
La mayoría de los grandes cambios que se logran en la vida parten de ganancias marginales combinadas mediante el efecto compuesto.
Tu objetivo no es un punto sino un rumbo
Esto equivaldría a decir que un objetivo no es un acto sino una dirección a seguir. No pienses en tu objetivo como una meta sino como un faro que te indica la dirección.
De esa forma, tu velocidad logrando tu objetivo dependerá del contexto, no de las ganas que tengas de llegar. Piensa que las prisas sólo te harán buscar atajos y se convertirán en frustración cuando no logres tus metas.
La estrategia inteligente para lograr tus objetivos
En primer lugar, apunta cual es el objetivo que quieres conseguir. De momento, no hagas mucho más, no intentes hacerlo SMART ni planificar nada.
Ahora quiero que reflexiones sobre tus rutinas y costumbres. Qué sueles hacer cada día (o al menos con mucha asiduidad).
Una vez que tengas recopiladas tus rutinas, piensa… ¿Qué tendría que variar en mis rutinas para acercarme un poco a ese objetivo? ¿qué podría cambiar que me orientara en esa dirección?
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Ahora sí, coge esas rutinas y aplícales el algoritmo SMART.
- ¿Qué deberías hacer exactamente? Intenta detallar tu rutina de la forma más específica posible.
- ¿Qué podrías medir? ¿Cada cuánto vas a hacerlo? La primera pregunta te permitira controlar tus avances y saber si vas por la buena dirección. La segunda, te permitirá saber cuando hacer dicha reflexión.
- ¿Podrás mantener esa rutina en el tiempo? Si no puedes mantenerla, jamás será una rutina.
- ¿Esa rutina es relevante para tu objetivo? No te esfuerces en cambiar o fortalecer aquellas rutinas que no tienen impacto en el objetivo que deseas conseguir.
Mi ejemplo con la lectura
Desde niño me ha encantado leer pero cada vez encontraba menos tiempo para hacerlo. Las obligaciones laborales y familiares no me permitían encontrar todos los días un rato para hacerlo.
Un día me planté y me marqué como objetivo leer más. Bueno, no. Realmente me puse como objetivo leer al menos 30 minutos al día durante el siguiente año. Era específico, medible, alcanzable, relevante (al menos para mi) y acotado en el tiempo.
Para ser sinceros, mi objetivo inicial había sido leer 1 libro por semana. Se trata de un objetivo que mucha gente logra con relativa facilidad. Hay hasta un reto en GoodReads para ello. Pensé que si velocidad de lectura era de unas 70 páginas por hora, leyendo 30 minutos al día podría lograrlo de forma relativamente sencilla.
Como puedes imaginar, las primeras semanas estaba hipermotivado y no me costó lograr una buena media. Pero poco a poco mi media de lectura iba bajando. Cada vez leía menos. Unos días apenas podía leer unos minutos y me frustraba.
Cada vez tenía menos ánimo para leer y cada vez leía más despacio.
¿Sabes como leo ahora?
Un buen día empecé a pensar al revés. ¿Qué cosas hago cada día? ¿Dónde podría encontrar unos minutos cada día para leer?
¿Has estado alguna vez sentado en el baño sin el móvil últimamente? ¿Qué harías si te encontraras en esa situación?
Pues eso fue exactamente lo que yo hice. Me llevé un libro al baño y decidí dejar de llevarme el móvil.
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Al cabo de una semana, además de llevármelo al baño, ya me lo llevaba también a la puerta de colegio de mi hijo para leer un rato mientras esperaba para recogerlo.
Pensaba que no me acostumbraría a leer en ratos tan cortos y que me costaría coger el hilo, pero al poco tiempo me di cuenta de que no me costaba nada.
Pero además, empecé a perderle el miedo a leer a ratos cortos.
En los minutos de cortesía de una videoconferencia. En la carnicería mientras esperaba mi turno. En casa de mi madre mientras esperaba que terminase de maquillarse.
Al final, he terminado leyendo más de 30 minutos al día. Además, mi eficacia para aprovechar cortos periodos de tiempo se ha multiplicado.
Tanto en lo personal como en lo laboral, me cuesta menos lograr enfocarme y concentrarme. Soy capaz de entrar «en flow» (como dicen los modernos) en cuestión de segundos.
No todo es tan bonito
En este momento hay dos cosas que estarán pasando por tu cabeza:
- No puede ser tan fácil
- Con este sistema tardaré mucho en lograr mi objetivo
Si vuelves a leer este artículo desde el principio te darás cuenta de que en ningún caso he mencionado las palabras, rápido o fácil… y no es casualidad.
Te he dicho que este método funciona pero al principio te parecerá lento… muy lento.
Por suerte, si eres capaz de aguantar unos pocos días o semanas, te darás cuenta de que poco a poco se va acelerando y antes de lo que habrías imaginado estarás logrando tus objetivos.
Por ejemplo, los empresarios, directivos y ejecutivos de cuenta que participan en nuestro Programa de Orientación, logran sus objetivos en un periodo que no suele superar los 3 meses.
Consejos Finales
Ahora que sabes como definir una estrategia inteligente para lograr tus objetivos, voy a darte unos últimos consejos.
- Si algún día no puedes cumplir tu rutina por algún motivo, no te fustigues. Sigue al día siguiente como si nada hubiera pasado. 1/365=0,0027. Tu desliz, sólo impactará un 0,0027 en tu objetivo. Si ibas a sacar un 10, todavía sacarás un 9,998. No parece tan importante ¿verdad?
- Piensa en añadir algo o quitar algo a lo que haces: no intentes inventar la rueda ni hacer un cambio radical. No te lances a la piscina, entra poquito a poco.
- Cuantos más ítems utilices como palanca, menos aburrido y más posibilidades de éxito: Los sherpas dicen «andar cansa… pero más cansa pensar cuánto falta». Olvídate de lo lejos o cerca que está el objetivo y concéntrate en andar. ¿Sabes por qué los scouts cantan mientras andan?
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La base de nuestro Programa de Orientación
Como te he comentado, este tipo de estrategia para lograr objetivos es la que usamos en el Programa de Orientación para Empresarios y Directivos de Venta Inteligente.
Enseñamos a nuestros mentorizados a diseñar y cumplir rutinas y plazos de forma inteligente para lograr sus objetivos y los objetivos de su equipo sin estrés y con mayores garantías de éxito.
Durante los 3 meses que dura el programa, aprenderás y desarrollarás una metodología robusta para lograr todo aquello que te propongas, tanto en el ámbito de las ventas como en el del liderazgo de personas.
¿Quieres saber más sobre nuestro servicio de Orientación, Acompañamiento y Mentoría 1 a 1?
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